11/03/2016

Joaquín Zapata Pinteño




JOAQUÍN ZAPATA PINTEÑO Nació en Elche (Alicante), España. Tras el Bachiller opositó para el ingreso en la Academia General Militar, desistió tras tres años de milicia e inició estudios de Arquitectura Técnica. En 1967 ingresa en el Cuerpo Técnico de la Administración, once años después pide excedencia para ejercer como Procurador de los Tribunales. Se diploma en Derecho de la Unión Europea y en Alta Dirección de Empresas y dirige un despacho profesional por más de treinta años.
En Madrid se diploma en Biomagnetismo Médico y en Cuba obtiene el Postgrado en Medicina Natural y Tradicional. Es miembro de la AMECA, Asociación Médica del Caribe y crea en Bogotá una Fundación Médica. 
Marino y poeta vocacional. Hace parte de los Talleres Poéticos dirigidos por los poetas Jaime Londoño, Jhon Galán Casanova y Alberto Rodriguez Tosca, que asesoró en la publicación de su primer libro de poesía que recoge poemas desde 1980 hasta mediados de 2015.


LOS VIERNES, EN EL JARDÍN

Sin querer,
todos los viernes se ponían cita en el jardín.
Adónde van los besos,
las palabras se miran sin querer.
Y sin querer
los ojos se desentienden de sus lágrimas.
El jardín era jardín
sólo cuando ella lo miraba.





DECAPITACIÓN

No era su cuerpo el metal,
ni un tren estacionado en un desierto,
ni la sangre muerta,
ni años el otoño.
No eran suyos ese cuerpo ni esa piel.
Eran racimos de la memoria descolgándose
sobre el septiembre de los otros,
como una festiva decapitación
sobre los carriles del tren.





NO SÓLO POR ESO


Sobre una nube esculpió su rostro a golpe de rocío. Una granada con sangre, abierta a gajos, descendió de su cénit hasta ella. Dentro, el hombre aún sin crecer. La nube se des- vaneció y ahora, cuando miro al cielo, veo como hila sus jirones y oigo la voz gregoriana de aquél niño. A la esculto- ra de nubes debo este reencuentro. Por eso debo amarla. Y no solo por eso.







Joaquín Zapata Pinteño presentando su
primer libro en la Librería Trilce de Bogotá.



Noche oscura

Jornalero de la noche,
negro salario a la espalda,
hace y deshace pasos,
siempre la cabeza gacha
A su invisible compaña
habla sovoz
arrendando unas palabras
Caminador de las lunas,
perseguidor de guadañas,
sordo a las voces que callan,
ciego a las oscuras horas
y mudo para nosotros
que decidimos pararlas
matando cada jornada
el orto de su esperanza
En ese hacer y deshacer sus pasos
que un grave silencio acompaña
hasta se le niegan trinos
al soldado centinela
de todas las madrugadas
Nuestros mundos separados
que las heridas c0nsagran
se cruzan en los caminos
al despertar la mañana
Y los fantasmas drogados
con refugio en las entrañas
se despiertan asustados
porque la conciencia ladra
estertores de pavor
a la miseria callada
El jornalero nocturno
tiene un temor que es el alba
Nosotros la noche escura
la noche  oscura del alma





Emperador


Desde mi sillón burdeos
le llegan a la mirada
 cuatro planos verticales
Verde cima de los Andes
con una bufanda blanca,
las fachadas de unas casas
                                      en piedra, curuba y alba,
el oro-azul de unas rejas
y el cristal de mi ventana
Toda la tarde se inunda
del oro intenso que irradia
 ese  gran emperador
que hacia el Occidente se marcha
Pero está ansiosa la noche
por extender su gran manta
que va tragándose cimas,
evaporando bufandas,
borrando los horizontes,
ocultando las fachadas
y a todos los arcoíris
robándoles su arrogancia
Ya no hay paisaje exterior
que se grave en la mirada,
solo luces que titilan
cuando la mirada es alta
Desde mi sillón burdeos
solo veo un lienzo negro,
la noche está consumada
y también el pensamiento.





Frío recuerdo     

Es yerto el paisaje
que la luz de tus ojos refleja,
es agudo y frío,
es un lago helado
oscuro y profundo
Es gélido el aire
que al pasar me dejas,
perfil de cristales
de aristas cortados
y oscuro el camino
que trazan tus pasos
de indelebles huellas
Tan inerte es el recuerdo
que más que pasado
me parece un sueño
del que se despierta
queriendo olvidarlo
----------
Verás pasar tu primavera
por la inmensa planicie de tu otero
veloz como la nube solitaria
que rauda vuela su etéreo camino
Intentarás seguirla en tu mirada,
buscarás de nuevo otra montaña
de cúspide más alta, más inédita
y al subirla, torneando,
no verás otro paisaje
que el otoño inesperado de tu vida
con sus hojas pálidas, caídas,
abrigando con su manto
tu lánguida nostalgia
Y en tu crisálida retina
quedarán impresionados
nubarrones de recuerdos
de otras vidas, que trazaron
la tuya como cautiva
En la ambición de subir más alto
llegará el transcurso de tu invierno,
pereciendo, caminando entre sus nieves,
para volver, entre cenizas invisibles,
a subirte en la cima de otro otero
Ya todo estará con su armonía
y con su inmenso silencio




Los versos resurgidos

Hoy se me niega, poema, tu escritura
y el compás de tu música escondida;
oculto está tu sonido entre fonemas
temeroso, oprimido, acallado,
prisionero del silencio
En la noche, sin estrellas, de su olvido,
en este laberinto de Teseo,
el hilo de Ariadna voy buscando
de lo que pudo ser tu métrica y tu ritmo
Con el alba llegará mi musa
y en su arpa la música escondida.
Dejarán su mausoleo los morfemas,
saliendo de su silencio, palpitando,
los versos que nunca perecieron

No hay comentarios:

Publicar un comentario